En el Palacio de Congresos de Pontevedra, formando parte de la XXX Bienal de Arte: "Sen fronteiras: convergencias artísticas hispano-magrebíes", cerca de 20.000 metros cuadrados de textos en papel continuo y 72 dibujos cubren el espacio de la sala. Las imágenes aluden de manera directa (rostros, miradas…) o indirecta (gestos, manos, pies…) a los escritos seleccionados. Colocadas sobre los ellos, activan al espectador pero, paradójicamente, dificultan la lectura. Toda la obra, en conjunto, es un alegato a la diversidad; pero es también una llamada de atención sobre la obsolescencia, el olvido que provoca el exceso informativo. La paradoja entre el “respeto a la diferencia” y el incomodo que esa diferencia produce en nosotros es la reflexión que se propone. Imagen, sonido y escritura se complementan en una relación necesaria para nombrar aquello que no queremos que desaparezca, aún a pesar de ser nosotros (la sociedad del desarrollo) el principal agente de su desaparición. El enriquecimiento por la diversidad parece que va en contra del pensamiento global.