Escenografía llevada a cabo en el edificio nazarí del siglo XIV, conocido como El Corral del Carbón, en la ciudad de Granada. Con la luna de Mayo del año 2002, a la hora en la que el día deja paso a la noche, y ante un público de más de quinientas personas que ocupaba los dos pisos de la antigua residencia de comerciantes, Chantal Maillard ofreció las huellas de los pies desnudos en la arena mientras recitaba parte de su trilogía india recorriendo tres espacios dibujados en torno a un abrevadero. Congelar el instante, dejar la huella de la voz, del gesto. Perpetuar lo efímero en el recuerdo. Recuperar, también, el foro: un lugar de encuentro, un lugar para contar y para escuchar.
El tapiz permaneció expuesto al público conservando el camino de la poeta y enriqueciéndose con otros caminantes inesperados. A las huellas de Chantal se unieron innumerables rastros dejados por los animales que pueblan el lugar. lagartijas, palomas, ratones, insectos de todo tipo, las hojas caídas de una parra situada en la parte superior del Corral y alguna marca de zapato de un turista despistado.